Historia de Segovia



    Antes de practicar el turismo cultural por una ciudad con la impresionante riqueza monumental de Segovia siempre es conveniente hacernos una idea de su historia. De esta manera comprenderemos mucho mejor las funciones que pudieros realizar sus monumentos en el momento de su construcción.

    Los primeros vestigios que nos encontramos respecto a las culturas que se asentaron en el lugar que ahora ocupa Segovia capital son de un poblado celta. Los celtas fueron conquistados por los romanos, quienes construyeron el imponente acueducto, aunque también se han encontrado restos de calzadas romanas que pasaban por la provincia, a parte del hecho de que el Emperador Teodosio, más conocido como “El Grande”, el último de los gloriosos césares del Imperio, es natural de la provincia.

    Durante la invasión musulmana, Segovia era considerada como tierra de nadie, a pesar de que en el año 756 sufrió una invasión por parte de Abderramán que tuvo como consecuencias la destrucción de algunos de los arcos del Acueducto, los cuales fueron reparados posteriormente por los Reyes Católicos. Sin embargo no la llegaron a habitar porque no les gustaba el clima, por lo que hasta principios del siglo XI permaneció como tierra de pastoreo, y es en esos años cuando Alfonso VI tras la conquista de Toledo le encarga a su yerno, el conde Raimundo de Borgoña, la repoblación de la zona, para lo que vinieron cristianos de la zona norte y de incluso más allá de los Pirineos.

    A lo largo del siglo XII vivió una época de esplendor. Por aquel entonces abarcaba territorios hoy pertenecientes a las provincias de Ávila, Toledo y Madrid, convirtiéndose en una ciudad importante de la Corona de Castilla. Se construye la Catedral de Santa María frente al Alcázar así como multitud de iglesias.

    Su situación en las rutas de trashumancia hizo que se convirtiera en un importante centro del comercio de la lana y de las manufacturas textiles.

    Durante el siglo XIII Alfonso X el Sabio empieza a acondicionar el Alcázar como residencia real.

    Enrique IV fue un buen rey para Segovia, ya que le concedió privilegios, como el mercado de los jueves, realizó mejoras en muchos edificios y construyó el Monasterio del Parral, el convento de San Antonio el Real, y la Ceca en el año 1455, que era la antigua Casa de la Moneda, cercana a la Iglesia de San Esteban y que se encargó durante algo más de doscientos años de la acuñación de moneda a martillo. En general el siglo XV fue considerado como el “Siglo de Oro” para Segovia, con la consolidación de la industria pañera que llega a alcanzar fama mundial, y el que los reyes cada vez pasan más temporadas en el Alcázar lo que trae consigo el que mucha nobleza se traslade también y construya aquí sus palacios. En 1474 tras la muerte de Enrique IV, Isabel de Castilla fue coronada como reina en el atrio de la Iglesia de San Miguel.


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